Ronda
no es una ciudad desconocida por nosotros. La hemos visitado en múltiples
ocasiones y hemos visto gran parte de su patrimonio natural y cultural. Sin
embargo, esta ciudad que bien podría ser Patrimonio de la Humanidad, siempre te
sorprende con sus rincones insospechados y su oferta monumental. Y por eso decidimos dejarnos sorprender por
lo que nuestros pies se fuesen encontrando.
Llegamos
por la mañana y aparcamos en uno de los parkings públicos del centro antiguo.
Nos encontramos callejeando con el Palacio Mondragón y decidimos entrar tras
conocer que también es el Museo de la Ciudad rondeña. El edificio en sí mismo
merece la pena pero mucho más cuando recorres sus salas. Hace un recorrido por
la historia de la ciudad desde los primeros pobladores neolíticos hasta la Edad
Media. Y todo está muy adaptado para los ojos infantiles puesto que se recrean
figuras a tamaño natural de hombres de todos los tiempos y de variados oficios.
Las
vistas hacia la Serranía de Ronda desde los patios del edificio son
espectaculares. Con la mirada se abarcan kilómetros de montañas que marcan el
paisaje que rodea a la ciudad.
Una
vez salimos de allí nos encontramos con la Plaza de María Auxiliadora, más
conocida como la plaza del Campillo. Desde allí se inicia el sendero denominado
“Los molinos del Tajo” que desciende por un camino empedrado hacia la parte
inferior de la ciudad, a los pies del famoso Tajo. Existe un sendero estrecho y
en algunos lugares peligroso, que te lleva a la parte inferior del Puente
Nuevo, desde donde se pueden ver a aventureros lanzarse sobre la cascada del
río y el Tajo que se alza majestuosamente sobre nuestras cabezas. Si los niños
son pequeños, no es muy recomendable ir con ellos puesto que en algunos puntos
no existe protección lateral y podría darse algún que otro susto.
El
sendero continúa pero preferimos volver e ir buscando sitio para comer. La
oferta gastronómica en Ronda es diversa y variada. Hay muchos restaurantes que
ofrecen menús a buen precio y con buena calidad.
Tras
reponer fuerzas, nos dirigimos al Puente Nuevo para tener la típica foto de
cualquier turista japonés, francés o español de Ronda y volvimos sobre nuestros
pies para buscar el Museo del Bandolero, único en España en el que se
reproducen escenas de estos personajes serranos a tamaño real y en el que
podemos encontrar documentación, trajes, revistas, películas, libros y toda
clase de artículos relacionados con los bandoleros. A la entrada puedes hacerte
una foto para parecer un feroz y temido forajido. Los adultos pagan un importe
de 3,75 Euros.
Pensábamos coger el coche para realizar una visita a las afueras de la ciudad pero nos encontramos con la Iglesia de Santa María la Mayor y decidimos entrar. La entrada, 4,5 Euros, tiene un coste excesivo para lo que se ofrece en el interior ya que gran parte del patrimonio religioso es del s.XX. Lo más destacado es el coro, el retablo barroco del altar mayor y la Virgen de los Dolores atribuida a Montañés o a “La Roldana”. Desde la balconada de la parte superior se tienen unas vistas estupendas de la plaza donde se sitúa el Ayuntamiento, un edificio con arquerías de gran belleza.
Nuestra
escapada a Ronda estaba terminando, o eso creíamos. Cogimos el coche con la
intención de ir a la ermita rupestre de la Virgen de la Cabeza, a unos dos
kilómetros del centro. Al lugar se llega por un camino sin asfaltar con las
vistas más espectaculares de la ciudad. Es obligada la parada para fotografiar
esta panorámica de la localidad más visitada de Andalucía, después de Sevilla y
Málaga. Al llegar a la iglesia, la encontramos cerrada pero no nos importó. Las
vistas han merecido la pena con creces, con los contrastes de colores que nos
regala el cielo atormentado y el campo con los cultivos amarillos a punto de
ser segados.
Sin
bajarnos del coche nos dirigimos al Albergue Los Molinos, un lugar privilegiado
donde tomar un café escuchando el bullir del agua del río y con otra
perspectiva del Tajo sin precio. Es un sendero que se coge al lado de las
murallas de la ciudad, de la puerta de Almocábar. Es una bajada por un carril
empedrado denominado la Carretera de los Molinos. Una vez llegamos al lugar nos
bajamos, tomamos un tentempié reconstituyente, dimos un pequeño paseo y cogimos
el coche para volver y descansar de este ajetreado día.
Nos encanta la sensación de ser turistas cerca de
casa. A veces minusvaloramos lo que más próximo pero Ronda es punto y aparte.
Te deja boquiabierto cada vez que vas y siempre se te quedan senderos
pendientes que hacer, monumentos que ver o rincones que descubrir.